lunes, 13 de septiembre de 2010
Rojo final
Ella lo dijo; quiero que todo sea rojo: las paredes, el cortejo, los oficiantes e invitados… y que todos nos confundamos en el mismo color mientras nuestras almas se unen ante Dios. Que al finalizar la ceremonia, esa larga daga que atraviesa y une nuestros cuerpos , asome de un solo vestido y que tu preciosa sangre y la mía pasen inadvertidas hasta que el sol de la mañana nos descubra inmóviles; congelados en un espejo de sangre, mientras nuestros espíritus convertidos en uno inician su viaje hacia la eternidad.
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