La perseguía en sus sueños justo al amanecer
Tanto era así, que le aterrorizaba la llegada de la noche;
Sobre todo en luna llena, cuando el tiempo se hacía eterno
Y aquel brillante espejo de hábitos nocturnos, la envolvía entre sus hilos de plata atándola a la cola de aquel gigantesco animal que la llevaba, en un abrir y cerrar de ojos, hasta el mar
Y entonces la historia mil veces repetida, continuaba; se observaba sola y desnuda, sentada en un islote, donde sus lágrimas empezaban a brotar cristalinas haciéndose eternas
Era su trabajo sentenció el femenino astro, milenios atrás, sus lágrimas purificaban y recreaban el océano cada aurora, añadiéndole sabor a sal. Gracias a ello – le explicó- disfrutaba de una esplendida vida; sin el atisbo de un dolor o alguna necesidad
La ballena velaba porque cumpliera con precisión milimétrica su preciada labor, sirviéndole de transporte y carcelero a la vez
De día era libre y un común mortal, de noche la hermosa esclava, responsable de la pureza del mar
jueves, 17 de febrero de 2011
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