Así nací yo, decidí hacerlo en forma precipitada y limpia pero el susto y la incomodidad de mi madre me aguantó, hasta que al fin en medio de un sangrero y como un disparo Salí.
De allí en adelante mi vida fue eso: aguántate y dispara o dispara y aguántate… el desangrarme vino después pero en pequeñas dosis dejando girones de mi piel en cada esquina, al igual que placeres y alegrías.
Me pregunto; ¿… y tu cómo naciste compañero de alma y cómplice de mi cuerpo? ¿También de la indecisión como yo? ¿Usarían fórceps contigo o quizá te retendrían esperando un mejor momento como a mí?.
¡Tan parecidos, tan indecisos!… creyéndonos tan brillantes y siendo solo un par de espejos opacos e irresueltos mirándonos el uno a la otra o el otro a la una y en la luna.
Matrimonio postergado y dividido en dos fechas, el placer inicial de la luna de miel también y hasta el de los hijos por no dejar.
Y ahora después de veintitrés años de dulce y apasionada unión… ¿quién forcejea para sacarte de mi destino o para expulsarme del tuyo? ¿Quién maneja la pólvora de mi vida disparándome a otra?… cuyo destino quizá sea otro vestido blanco doblemente puesto… con las rosas rojas y las mieles de la luna ya relamidas, resobadas y rehusadas.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario