viernes, 1 de enero de 2010

Crisálida numérica.


Su madre se empeñó:
- aprende a tejer, le decía, entre punto y punto podrás guardar sueños y repasarlos con constancia cada tarde... y al poco tiempo las ensoñaciones formaran parte de tu realidad.
Ella coció billetes y todo lo que encontraba a sus tejidos, y observaba, al principio, con ojos espantados de asombro; como al cambiar el día aquellos se multiplicaban ante sus ojos así como sus pesadillas. Llego a encerrarse… a fabricarse su propia colcha espesa donde ocultarse de tanto muerto que por las noches halaban sus torturados cabellos.
Al amanecer sus ojos sabios contaban sin tocar cada hebra de pelo atada a cada dólar, pelusa, ilusión y miedo. Sentándose a duras penas… sintiéndose ya muy apretada, procedía a entretejer cada objeto tangible o no, en la ya larga cobija con la que pretendía desaparecer sus turbaciones. Añoraba la calma del antes. .. Del sin tiempo. Sus ojos rojos solo ansiaban febrilmente vislumbrar el amanecer:
La voz muerta de su madre le repetía: enróllate María… encapullate para que florezcas a la aurora.

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