viernes, 1 de enero de 2010

Soliloquio


Estaba allí, sentado en la poceta. Su mente no descansaba y siempre entre números estaba. Una a una repasaba las lozas adosadas a los muros del cuarto de baño, colocándoles números y asignándoles significados; hasta 7 contienen el nombre de mi padre: buen día. Hasta 6; hago trampa… esa cifra no incluye ninguno de los nombres de personas importantes, posibles talismanes de buenos augurios.

Aun cuenta para sus adentros hoy y sigue sentado, pero… en su tumba, ahora contando lápidas como cuadros de ajedrez: negra; caigo al foso… blanca; regreso al juego.

¿Cuántas posibilidades tuve de arriesgarme y vivir ¿Cuántas posibilidades, ahora, de caer y emerger?

Comentario por María T. Montero p. — Diciembre 5, 2009 @ 1:09 pm

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