viernes, 23 de abril de 2010

Objeto del deseo

Si, Yo la admiraba de niña desde mi ventana y debo reconocer, ante ti, que a la vez me intrigaba y espantaba.
Sobre todo cuando llovía y brotaba de su horrendo hocico puntiagudo aquel irreverente chorro de agua que con sonido poderoso y lascivo me invitaba a meterme bajo su abundante cause.
Aturdida por el deseo pensaba, desde mi mente infantil:
- ¿qué significarían y para que servirían?.
Mas tarde, ya adolescente, deduje:
- Era obvia su función; canalizar las aguas de lluvia.
Pero específicamente me preguntaba
- Por qué, antiguos arquitectos y/o constructores, elegirían esas figuras deformes y diabólicas en lugar de aquellas ribereñas o marinas, reales o fantásticas, aun mas fácilmente asociables a la función descrita.
Durante la noche, recordando a la extraña escultura, no me pude resistir. He tomado mi escoba... y desde el aire, me acerqué cautelosa al horrible animal humanizado, horadado en piedra y comprobé con dolor el poder de su mirada que se clavo como una daga en la mía.
Desde entonces; no soy la misma. No puedo, aunque quisiera, observar la gárgola, solo imaginarla.
Durante el día; una fuerza anti natura me obliga a levantar mis apagados ojos hacia ella de donde brotan lágrimas de impotencia Y desamparo, sintiendo o imaginando, quizá, que tan extraña figura quisiera podermelas enjugar.
Lástima que en la noche no siento la misma urgencia. El deseo me desgarra y obliga a tomar mi escoba, posandome suavemente en su surtidor de piedra, guiada por las "directrices de mi alma". Me auto engaño, A fin, de prevenir a mis amigas del embrujo de tan terrible talismán rocoso que engulle mi voluntad entre sus terroríficas fauces, quedándose de ñapa y además con la luz de tus ojos y con la costumbre reiterada en ti, de pretender "llegar a convertirse y ser" el único objeto del deseo de su fluyente y libidinosa voz de trueno.

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